Cuando se refiere al desarrollo emocional en los primeros años de vida nos referimos al proceso por el cual la niña o el niño comienza a construir su identidad, su autoestima, su seguridad, la confianza en sí mismo y en el mundo que lo rodea a través de las interacciones que se establece con su entorno (adultos y pares), ubicándose a sí mismo como una persona única y distinta.
El desarrollo emocional del niño o niña se produce en la relación con un otro, principalmente con sus padres o cuidadores. Por ello se sugiere seguir las siguientes recomendaciones:
De 0 a 6 meses de edad
- Atender y responder a las necesidades y los deseos de la o el bebé para su alimentación, sueño higiene y juego; organizar rutinas para estas actividades.
- Responder a sus vocalizaciones y a sus movimientos.
- Mostrar disponibilidad para consolar o tranquilizar.
- Comunicar afecto y ternura a través de palabras, besos, caricias, miradas…
De 7 a 12 meses de edad
- Jugar a cubrirse la cara con un trapo para que el o la bebé la destape y luego que se tape, esto ayuda a que la niña o niño aprenda a diferenciar la presencia y la ausencia; el yo y el mundo externo.
- Ubicarse con el o la bebé frente al espejo para que comience a reconocerse.
- Ofrecerle juguetes u objetos de diferentes formas, texturas y colores para que experimente la diferencia entre ellos.
- Hablar siempre con el o la bebé.
- Poner palabras a lo que le pasa a la o el bebé, tanto en situaciones positivas («estás contento») como en situaciones desfavorables («estás inquieto», «estás triste», «tienes sueño y te pusiste fastidioso»).
- Permitirle tocar la mamadera, la cuchara y los alimentos.
- Cantar canciones moviendo las diferentes partes del cuerpo (marionetas con las manos, etc.).
- Organizar rutinas regulares para la comida, el baño y el sueño, de acuerdo con las necesidades y los deseos de la o del bebé y la organización del hogar.
- Dejar a la o el bebé en el piso para que se mueva en libertad, cuidando de que no exista ningún peligro (objetos pequeños que pueda llevarse a la boca, objetos puntiagudos con los que se pueda lastimar).
De 1 a 2 años de edad
- En la medida de las posibilidades, organizar tiempos para leer o mirar libros con la niña o el niño. Cuando es muy pequeño, se puede imitar sonidos y voces diferentes para ganar su atención.
- Jugar a formar torres con cubos, cajitas o vasitos de plástico como los de yogur. Permitirle que las derribe para armarlas otra vez (esto favorece la ejercitación del dominio muscular con el que se construye el conocimiento del mundo; es un cierto grado de agresividad necesaria y esperable en el desarrollo).
- Usar un lenguaje claro y sencillo para explicarle las cosas.
- Compartir actividades con la niña o el niño comentando las cosas que realiza o puede hacer.
De 2 a 3 años de edad
- Promover todas las actitudes que tiendan a la independencia y la autonomía: estimular el contacto social, promover cierta autonomía en la higiene personal: alentar a la niña o al niño a intentar lavarse o vestirse solo, a ir a dormir solo.
- Invitar a la niña o el niño a cumplir consignas sencillas, a controlar sus impulsos, a esperar su turno y aceptar consignas de orden.
- Estimular la adquisición de la lengua materna, en palabras o frases cortas, utilizando el «yo» y otro uso adecuado de pronombres (mío, tuyo, etc.). Ampliar el relato sobre los sucesos de su vida. Ayudar a la niña o al niño a reconocer los lugares familiares por su nombre.
- Ayudar a la niña o al niño a adquirir categorías que lo organicen en tiempo y espacio: adentro-afuera, lejos-cerca, noche-día, mucho-poco, más-menos.
- Estimular las habilidades gráficas: tomar el lápiz con destreza, copiar círculos, comenzar a representar la figura humana.
- Estimular la captación de imágenes visuales: mirar cuentos ilustrados, mirar y comentar imágenes en movimiento, observar con él o ella los lugares de pertenencia y comentar acerca de lo que se ve en el paisaje.
- Estimular la integración corporal: jugar con las distintas partes del cuerpo usando distintos ritmos y sonidos, reconocer su cuerpo en una imagen, jugar frente al espejo para identificar las partes de su cuerpo en él y percibir la integración de las mismas.
- Estimular actividades corporales de descarga y coordinación: patear la pelota, deslizarse en distintos planos, saltar sobre sus pies, andar en triciclo, abrir y cerrar puertas.
- Estimular el juego: solo, en grupo, eligiendo con quién jugar. En esta etapa son especialmente importantes los juegos dramáticos con ejercicio y cambio de roles que enriquecen la capacidad simbólica. El juego dramático es una situación de interacción recíproca y sincronizada donde las niñas y los niños adoptan diversos roles, situándose alternativamente en uno u otro. En este juego se representan objetos, personas, acciones y situaciones.
Favorecer el ámbito de juego es favorecer la autonomía y la libertad. Es estimular el desarrollo de la imaginación y una forma de comunicación antes de que el niño o la niña se exprese a través de las palabras.
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