En el desarrollo del lenguaje, los niños de entre 5 y 6 años deberían contar con una pronunciación clara, fluidez en la comunicación y estructuras gramaticales básicas correctamente establecidas. Sin embargo, algunos niños presentan dificultades que van más allá de simples errores evolutivos, manifestando lo que se conoce como trastorno del habla. Este artículo aborda las características principales de estos trastornos y ofrece orientaciones prácticas para su detección temprana y tratamiento.
Los trastornos del habla en esta etapa suelen reflejarse en una articulación incorrecta de sonidos, dificultades de fluidez (como el tartamudeo) o alteraciones en la voz (ASHA, 2020). Aunque es normal que a los cinco años todavía se presenten errores leves, como sustituir ciertos fonemas (por ejemplo, decir «tasa» en lugar de «casa»), estos deberían ir desapareciendo progresivamente con la maduración lingüística y la estimulación adecuada.
Es fundamental distinguir entre un retraso del habla y un trastorno. El retraso implica que el niño sigue el patrón normal de desarrollo, pero más lentamente. En cambio, el trastorno supone que el desarrollo no sigue la secuencia típica, y puede requerir intervención especializada (Owens, 2016). Entre los signos de alerta están: dificultades para hacerse entender por personas ajenas al entorno familiar, omisión persistente de sonidos, escasa variedad de vocabulario y frustración al intentar comunicarse.
Para abordar eficazmente un trastorno del habla, se recomienda actuar en tres niveles complementarios: familiar, escolar y terapéutico. En el hogar, los padres pueden apoyar mediante juegos de palabras, lectura en voz alta y conversaciones diarias, evitando corregir constantemente al niño, lo cual puede generar ansiedad. En el entorno escolar, es crucial que los docentes estén capacitados para detectar señales tempranas y derivar al niño a un profesional del lenguaje (Restrepo, 2010). Finalmente, la intervención con un fonoaudiólogo o terapeuta del lenguaje debe estar basada en el tipo específico de trastorno, combinando ejercicios fonológicos, respiratorios y de estimulación auditiva.
Un ambiente afectivo, rico en lenguaje y libre de juicios facilita el avance del niño. Además, la intervención temprana puede prevenir futuras dificultades en la lectoescritura y en la autoestima, especialmente al ingresar plenamente a la educación primaria. La evidencia muestra que cuanto antes se actúe, mejores son los resultados a largo plazo en la comunicación y el desarrollo cognitivo (Paul & Norbury, 2012).
En conclusión, los trastornos del habla en niños de 5 a 6 años no deben ignorarse ni atribuirse simplemente a la «inmadurez». El rol activo de padres, maestros y terapeutas es clave para acompañar al niño con empatía y profesionalismo en su camino hacia una comunicación fluida y segura.
Bibliografía
ASHA. (2020). Speech Sound Disorders: Articulation and Phonology. American Speech-Language-Hearing Association.
Owens, R. E. (2016). Language Development: An Introduction (9th ed.). Pearson Education.
Paul, R., & Norbury, C. (2012). Language Disorders from Infancy through Adolescence: Listening, Speaking, Reading, Writing, and Communicating. Elsevier Health Sciences.
Restrepo, M. A. (2010). Assessment and Intervention for Bilingual Children with Language Impairments: A Focus on Spanish–English Speakers. Seminars in Speech and Language, 31(1), 1–8.