La responsabilidad es un término que tiene distintas valoraciones y definirla puede resultar bastante abstracto. Teniendo como principio la naturaleza humana de convivir en grupo; la responsabilidad entendemos como la capacidad de un individuo para afrontar los deberes de un modo satisfactorio para él y para los demás. Como todos los hábitos que puede adquirir el ser humano, la responsabilidad no se hereda ni se adquiere de manera espontánea o rápida. Salvo casos excepcionales. Por el contrario, lo normal es que requiera un largo aprendizaje a lo largo de la vida y posibilidades de ejercitarla cada día.
Antes de la llegada de la adolescencia, el hijo debió adquirir los fundamentos de la responsabilidad y haberla podido ejercitar en la familia y en la escuela. Si no, resulta más difícil lograrla en su grado óptimo. No obstante, nadie llega a esta edad sin ninguna responsabilidad ni habiéndola logrado por completo. Por eso, de una manera práctica los padres han de convencerse de que es la adolescencia la etapa idónea con la que cuentan para afinar la responsabilidad. Que como cualquier otra faceta de la personalidad, nunca se posee en plenitud y siempre es susceptible de modificación.
Principios:
- La conciencia plena de ser un ente individual con una misión concreta que cumplir. Tener un sentido por el que vivir. Él. Diferente a los demás: único. Por lo que él y solo él está tan capacitado para ejercer la misión que ha de cumplir en el mundo. Un mundo que no sería exactamente igual sin él. Y si alguien ocupase su lugar, no cumpliría con la misión que él tenía. Pensar esto le facilita al adolescente el ánimo para hacer lo que debe y lo mejor posible.
- Conciencia de ser parte de una familia concreta a la que pertenece con sus derechos y obligaciones. Por lo que él mismo no se puede permitir vivir a costa de los demás, sin participar en función de su edad y capacidades. Sabe que la casa es de todos y para todos y así ha de comportarse.
- Conciencia de ser social, que vive en una sociedad de donde ha podido satisfacer sus necesidades, por vía directa o indirecta, a través de sus padres. En recompensa ha de entregar a los demás de la sociedad su contribución a la misma.
- Teniendo en cuenta que el deseo de pertenencia, sin el que ningún ser humano es capaz de vivir o encontrar sentido a su existencia, sólo se consigue y se practica a través del ejercicio responsable. Pertenecer es una necesidad básica, mediante la que persona se actualiza y encuentra su propio significado. Y nadie pertenece – íntegra y eficazmente – si no es responsable.
- El carácter trascendente de toda acción. El adolescente ha de ser consciente de que ninguna acción, como ninguna omisión, cae en el vacío sin repercusión. Ha de saber que cuanto hace o deja de hacer es trascendente: va mucho más allá, en sus consecuencias, del acto en sí o no acto.
Tipos de responsabilidad
Se puede distinguir dos tipos:
- Una externa. Procedente de fuera. Por la que alguien ha de realizar determinadas funciones. Se parece a la obediencia. Es la responsabilidad típica de los niños hasta los 10 años. Y por la que actúan personas poco responsables, al ser demasiado primaria.
- La responsabilidad propia del adolescente y adulto es interior. Sin mandato exterior que lo comprometa. Sino el dictado de su propia conciencia y valía. Más que de cualquier mandato el impulso a hacer algo surge de lo que considera su deber. Una responsabilidad madura. Inteligente y libre. Por eso pone en lo que ha de hacer, su capacidad para tomar decisiones y llevarlas a la práctica hasta el final.
Por ello, a los hijos adolescentes hay que estimularles a que tomen decisiones por sí mismos cuanto antes, las propias de su edad y sin comprometer demasiado a los mayores.
Causas principales de la falta de responsabilidad
- El cariño malentendido. Como consecuencia de éste, los padres procuran evitar molestias pensando que sus hijos ya tendrán suficientes a lo largo de su vida. Así sus propios padres le inducen a la falta de responsabilidad.
- La autosuficiencia de los padres. Cuando piensan que se bastan por sí mismos y no necesitan la colaboración de sus hijos. Así, los niños no aprenden los deberes que son necesarios y la parte de ellos que les corresponde intransferiblemente.
- La impaciencia de los padres. Que son tan rápidos en hacer algo, que no soportan perder tiempo en enseñar a sus hijos a hacerlo o esperar a que lo hagan.
- El perfeccionismo de los padres. Que desean que sus hijos realicen las funciones con la misma perfección, a la primera. Como no es posible, no les dejan apenas participación, y si lo hacen, les incordian con sus recomendaciones. De modo que provocan que los hijos se aparten en cuanto puedan de lo que deben hacer.
- La falta de tiempo. No hay ni tiempo ni paciencia para enseñar o esperar a que aprendan y por tanto los padres hacen en lugar de dejar que los hijos hagan. Los padres en estos casos ignoran que el amor se manifiesta con la paciencia y el tiempo, el tiempo que permite aprender a los hijos.
- La falta de confianza en los hijos. Se trata de un círculo vicioso. Los hijos no lo hacen bien porque los padres no le han dejado nunca hacerlo y en consecuencia, no confían en ellos. Al no confiar, no les dejan hacer las tareas encomendadas por ellos mismos y aún menos que participen en la planificación de cuándo y cómo hacerlas.
- La falta de aplomo para dejarles fracasar en asuntos de poca importancia. Muchos padres intervienen en cuanto atisban la más mínima posibilidad de fracaso, de forma que los hijos no se responsabilizan en lo sucesivo en tareas más complejas.
- No haberles hecho cargar con las consecuencias. A los hijos no solo hay que enseñarles a cumplir lo que se les manda y a tomar decisiones por sí mismos, sino que se les ha de enseñar la necesidad – una vez tomadas – de llevarlas a cabo, habiendo examinado antes las posibles consecuencias con las que necesariamente han de cargar.
Signos de la irresponsabilidad
- No saber tomar decisiones personales. Los hijos pueden ser incluso obedientes e intentar hacer con perfección lo que se les manda. Pero cuando las circunstancias cambian, no saben tomar la decisión y temen hacerlo mal, de tal manera, que prefieren dejar de hacerlo.
- Limitarse a cumplir una orden sin detenerse a examinarla. Fundamentados solo en el poder o la categoría del que manda. Sin reparar en los principios éticos, sociales y morales que les responsabilizan por encima incluso del mandato recibido.
- Buscar excusas. Las personas irresponsables tienden a recurrir a excusas ante el olvido de un encargo. Sin reparar que el olvido es indicador de la falta de responsabilidad ante la orden recibida.
- Otras veces se buscan excusas para no comprometerse a hacer algo, si no se está convencido de que saldrá bien.
- O se busca un responsable, alguien a quien culpar de que la ejecución no fuera la idónea.
- Tratar de justificar lo que sale mal o no con la perfección que querían los demás.
- Apelar a la falta de intención («lo hice sin querer») cuando algo ha salido mal, en lugar de aceptar su actuación defectuosa.
Cómo hacer responsable a un adolescente
Para que los padres logren que su hijo adolescente sea más responsable, deben:
- Evitar que lo mandado sea una imposición. Si es una imposición desagradable, es posible que no la haga o la haga a desgana y mal o desarrolle en él una animadversión hacia lo mandado y a quienes lo mandan. Y en todo caso, no se predispone para la responsabilidad.
- Darles siempre la oportunidad de intervenir en la planificación de lo que tienen que hacer. A fin de que se comprometan e impliquen por sí mismos en la misión determinada.
- Una vez tomada la decisión, no deben olvidarse de ello los padres. Han de seguir que se cumpla y enseñar que lo que se debe cumplir, se ha de cumplir, salvo fuerzas mayores.
- Intentar – en lo posible – que lo mandado no vaya contra sus gustos o convicciones. A no ser que antes lo acepte o se le den razones para aceptarlo.
- Que ellos mismos sean llamados a juzgar y a juzgarse cuando sea necesario, interviniendo los demás lo menos posible.
- Procurar que sus actos sean reconocidos más por la intención y esfuerzo que han puesto, que por los resultados. Aunque no se hubiera conseguido lo que se buscaba.
- Evitar críticas sobre detalles en la ejecución, que tengan en realidad poca importancia. -Evitar demasiadas explicaciones y preámbulos cuando se les encarga algo. Los padres deben ser parcos y que ellos se responsabilicen de lo demás.
- Hacerles ver positivamente cómo al ser responsables están influyendo en la responsabilidad de sus hermanos.
- Dejarles hacer como estimen oportuno todo lo que pueda quedar bajo su elección.
- Convencerles de que los demás cuentan con su colaboración, le necesitan y estiman también por ello.
Una de las consecuencias de la irresponsabilidad progresiva del niño es la llegada a la adolescencia en un grado de dependencia tan intenso, que el joven se siente gratificado con el cuidado de sus padres, especialmente de la madre. No encuentran la necesidad de emancipación y no aspiran a la independencia propia de la edad.
Lo que no sería grave, si no fuera porque todo ser humano está hecho para independizarse, formar otra familia y de esta forma ser adultos.
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