En la era de las Redes Sociales, los correos electrónicos y los mensajes de texto, los medios de comunicación están constantemente a nuestra disposición. Pero el acto de escuchar se ha convertido en una habilidad que usamos cada vez menos y los entornos escolares no son una excepción. Escuchar nos permite conocernos unos a otros y a nosotros mismos. Cuando se usa con prudencia, la escucha atenta puede transformar las escuelas y ayudar a los educadores a trabajar de manera más colaborativa. Y con un poco de práctica deliberada y reflexiva, los líderes escolares pueden mejorar su capacidad de escucha.
En un artículo de Harvard Business Review de 2018, los investigadores Guy Itzchakov y Avi Kluger discuten los hallazgos de su investigación sobre la escucha en el lugar de trabajo. A través de su investigación, observaron que los empleados emparejados con oyentes de calidad se sentían «menos ansiosos, más conscientes de sí mismos e informaron de una mayor claridad sobre sus actitudes sobre los temas». Además, los investigadores argumentan que escuchar es una habilidad practicada que requiere concentración y atención.
Algunos líderes escolares pueden decir: «¡Escuchar es todo lo que hago!» Los días dedicados a reuniones, llamadas y respuesta a correos electrónicos y mensajes de texto son formas en las que los líderes escolares tratan de escuchar a otros administradores, maestros, padres y estudiantes. Pero la tecnología no siempre proporciona los medios más productivos para escuchar. El correo electrónico y los mensajes de texto, por ejemplo, no facilitan una escucha más profunda de la misma manera que la conversación cara a cara (o incluso las llamadas de Zoom). Como líder escolar, es importante proporcionar más de una forma para que las personas se pongan en contacto. Pero una vez que lo hacen, ¿cómo se ve una buena escucha?
Escuchar mejor requiere un cambio de un estado de ánimo reactivo a uno más receptivo. Para los líderes escolares, las conversaciones diarias a menudo pueden ser algo que requiere una acción inmediata. Pero cuando los momentos lo permiten, cambiar el pensamiento de «¿Cuál es la solución?» a «¿Qué me está diciendo esta persona?» o «¿Qué emociones está mostrando esta persona?» puede proporcionar resultados poderosos.
Centrar la atención en el momento también es clave. Si se encuentra pensando en las otras cien cosas en su lista de tareas pendientes, no puede estar realmente escuchando. Hacer preguntas y abstenerse de proporcionar la propia perspectiva es un componente difícil pero necesario de una escucha más profunda.
Las preguntas que buscan comprender la perspectiva y las emociones del hablante son esenciales no solo para aclarar su experiencia, sino para reconocer que en realidad están siendo escuchados. Comentarios como «Cuéntame más sobre esa situación» o «¿Qué puedo hacer para apoyarte?» pueden parecer respuestas triviales. Pero en este clima actual, hacer estas preguntas genuinamente y escuchar las respuestas puede validar las experiencias de los demás y brindar apoyo emocional.
Puede que no sea suficiente proporcionar una variedad de caminos para escuchar; un enfoque proactivo es esencial. Desarrollar “horas de escucha” en persona o mediante Zoom es una gran herramienta para comenzar este trabajo. En estas sesiones, los padres, maestros o incluso estudiantes pueden reunirse con los líderes escolares para discutir ciertos temas. Recuerde: El propósito de estas sesiones es escuchar para no responder, defender o resolver. Estas sesiones de escucha también brindan oportunidades para desarrollar conocimientos sobre experiencias y perspectivas que no son las suyas; un componente clave en el desarrollo de la empatía .
Sin embargo, existe una línea muy fina entre proporcionar vías para una discusión reflexiva y dejar que las conversaciones se conviertan en sesiones de quejas. Como señalan Itzchakov y Kluger en su investigación, a los supervisores les preocupa que abrir estas vías de escucha pueda causar una pérdida de poder en su posición y algunos incluso temen un cambio que podría ser el resultado de una comunicación más abierta. Para evitar esto, establezca ciertos parámetros, como el número de participantes, el tiempo establecido y los temas apropiados para discutir. Con reglas específicas, las partes interesadas pueden liberar sus emociones sobre temas mientras avanzan hacia discusiones más productivas.
No hay duda de que una escucha de calidad requiere tiempo y esfuerzo. Es una habilidad que requiere práctica y, a veces, puede ser difícil de implementar. Pero los efectos positivos a largo plazo que tendrá la escucha activa en los líderes escolares, maestros, padres y estudiantes valdrán la pena el esfuerzo.
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